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Cuba: en defensa del diálogo político

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Cuba: en defensa del diálogo político

Julio 13, 2021 - 05:49
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La sociedad civil emergente tiene que prepararse para tratar con el poder actual o el que lo sustituya, y esa articulación requiere transitar por las vías del diálogo.

Los recientes sucesos del domingo 11 de julio confirman que la crisis cubana se profundiza, que el descontento popular crece y que el Gobierno está incapacitado para darle solución. A pesar del discurso del presidente cubano, que literalmente fue un llamamiento a la guerra civil, el Gobierno tendrá que aceptar la participación de los cubanos como sujetos activos, porque se trata de un reclamo nacional y de instituciones y gobiernos foráneos.

Ante la inminencia del hecho, las asociaciones de la sociedad civil emergente requieren de una articulación para interactuar entre ellas y prepararse para tratar con el poder actual o con el que lo sustituya. Articulación que requiere transitar por las vías del diálogo.

Ante los conflictos sociales la salida más recurrida, en la historia de la humanidad y en Cuba, es el empleo de la violencia, que al no remover las causas hace que los conflictos resurjan, una y otra vez.

En el diálogo, como arte de conciliar intereses, las partes, en condición de igualdad, siempre tienen que ceder en algo. El que se considera en posición ventajosa —que es el caso del Gobierno cubano— rechaza, como lo ha hecho, los primeros llamados, pero ante la agudización de la crisis, continuar negándose puede tener un precio mayor que sentarse a dialogar y negociar.

¿Por qué el diálogo?

Porque es una forma de comunicación en la que dos o más interlocutores establecen un intercambio de información para llegar a un acuerdo, para lo cual el diálogo constituye el camino más viable, seguro y positivo.

Dialogar significa hablar para exponer los puntos de vista propios, escuchar para conocer la opinión del otro y explorar posibles soluciones al conflicto. El diálogo y la flexibilidad en la negociación posibilitan a las partes contendientes resolver gradualmente las diferencias al menor costo posible. Si la guerra es la continuación de la política, como la definió Klausewitz, entonces la política es el arte de solución de conflictos mediante el diálogo y la negociación, que no significan renuncia ni rendición, sino una oportunidad de comunicación directa para aclarar posturas, políticas y propuestas de cambios.

Como proceso, el diálogo comprende los esfuerzos previos a la negociación para crear climas de confianza, a la vez que exige paciencia, flexibilidad, ponderación en la magnitud de las demandas y gradualidad de las mismas. La transformación de cualquier conflicto violento hacia el diálogo requiere establecer canales de comunicación entre los agentes implicados, incluyendo los que practican la violencia, bien sea física, verbal o moral, como está ocurriendo en Cuba contra los luchadores por la libertad de expresión.

No existen métodos, sino un método para la solución de conflictos: el diálogo y la negociación. En el caso de Cuba, aunque hasta ahora no haya arrojado los resultados esperados, el mismo conserva su validez para las relaciones entre las asociaciones de la sociedad civil emergente, entre estas con el Partido Estado-Gobierno y entre ambas con países o asociaciones de países como EEUU y la Unión Europea (UE) respectivamente.

Para tener eficacia, en el caso de Cuba, la primera demanda tiene que ser la promoción de los derechos y libertades que permitan a la sociedad civil legalizada, participar como protagonista de los cambios en Cuba. Entendiendo por sociedad civil un abanico de asociaciones, instituciones y recursos independientes y autónomos, que cuenta con espacios públicos y diversas formas de propiedad sobre los medios de producción y expresión.

Tres ejemplos de diálogo y negociación en Cuba

El Pacto del Zanjón: Después de diez años de guerra, de miles de muertos, sufrimientos y cuantiosos daños materiales, el 10 de febrero de 1878 se firmó el Pacto del Zanjón entre la mayor parte de las fuerzas insurrectas y el Gobierno de España. A cambio de la paz España tuvo que implantar en Cuba las leyes de imprenta, de reunión y de asociación, contenidas en la Constitución Española. La liberación de los esclavos que fueron a la guerra resultó un golpe de muerte para la institución de la esclavitud, y de las libertades implantadas surgió la sociedad civil cubana: órganos de prensa, asociaciones económicas, culturales, fraternales, educacionales, de instrucción y recreo, sindicatos y los primeros partidos políticos, todo lo cual sirvió para reiniciar la lucha en 1895.

La Enmienda Platt: En la apertura de la Convención Constituyente el gobernador militar Leonardo Wood indicó a los delegados: "Será vuestro deber, en primer término, redactar y adoptar una Constitución para Cuba y, una vez terminada esta, formular cuáles deben ser, a vuestro juicio, las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos". La comisión designada para la formulación de las relaciones, después de agotar todos los intentos de impedir la inclusión de la Enmienda Platt —que refrendaba el derecho de otro país a intervenir en Cuba, omitía la Isla de Pinos de los límites del territorio nacional e imponía la venta o arrendamiento de tierras para bases navales—, acordaron por 16 votos contra 11 adicionarla a la Constitución. Los delegados tenían dos opciones: la violencia o la negociación. La primera implicaba la ocupación indefinida y la necesidad de declarar la guerra a EEUU, sin el partido de Martí y el Ejército Libertador desmovilizado, con una economía dependiente, sin cristalizar como nación, con el país sumido en la desolación y la ruina, y la autoestima debilitada por los años de ocupación militar, significaba un suicidio. La segunda, con la firma se retiró el Ejército de ocupación; se fundó la República, no la que deseamos, pero sí la posible; se recuperó la soberanía sobre la Isla de Pinos; se desarrolló la sociedad civil y se abrogó la Enmienda Platt.

La Convención Constituyente de 1940: Entre 1902, junto a los avances en la esfera económica, el país estuvo inmerso en conflictos por las reelecciones, que provocaron la Guerrita de 1906 y el alzamiento conocido como La Chambelona, en 1917; la matanza de miles de negros y mulatos miembros del Partido Independientes de Color en 1912; la reforma de la Constitución de 1901 para prorrogar el poder del presidente Gerardo Machado que abrió el periodo de lucha que desembocó en la Revolución del 30. Esos casi 30 años de inestabilidad política fueron seguidos de otros siete, hasta que en 1936, durante la presidencia del coronel Federico Laredo Bru, se inauguró un periodo de diálogo y negociación que desembocó en la Asamblea Constituyente, donde se impuso la capacidad de diálogo y negociación entre comunistas, liberales, conservadores y socialdemócratas, que enfrentados en polémicas dieron por resultado la Constitución más avanzada de la región para la época, lo que encierra una enseñanza del valor de la negociación para los destinos de la nación.

La fuerza se emplea para vencer, el diálogo y la negociación para solucionar lo que resulta imposible mediante la fuerza, lo que obliga a potenciarlo como punto de partida, como concepto esencial, como principio rector y como estrategia permanente.